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Cuando no te sientes bien o sospechas que puedes estar enfermo, uno de los primeros pasos que debes dar es comprobar tu temperatura corporal. La fiebre es un síntoma clave de muchas infecciones, por lo que contar con termómetros corporales fiables y precisos en casa es fundamental para hacer un seguimiento adecuado de tu estado de salud. Estos dispositivos te permiten monitorizar la evolución de un resfriado, una gripe o cualquier otro proceso febril de forma cómoda y segura. 

¿Qué es un termómetro corporal? 

Los termómetros corporales son instrumentos diseñados para medir la temperatura del cuerpo humano. Pueden funcionar por contacto directo o mediante sensores sin contacto, y su uso es imprescindible para detectar la presencia de fiebre o valorar la efectividad de un tratamiento. 

Un hombre revisa la emtperatura de su cuerpo en el termómetro.
Una mujer con fiebre alta tiene el termómetro corporal en la axila.

Tipos de termómetros 

Existen distintas clasificaciones según el tipo de tecnología que emplean y la zona del cuerpo donde se colocan.  

  • Termómetro de mercurio: Durante años fue el más utilizado, también conocido como termómetro clínico. Funciona mediante la dilatación del mercurio dentro de un tubo de cristal. Aunque muy preciso, su venta ha sido prohibida en la Unión Europea debido a la toxicidad del mercurio. En su lugar, hoy se emplean versiones similares con alcohol coloreado, que ofrecen resultados igualmente fiables y seguros. 
  • Termómetro digital: Es uno de los modelos más populares actualmente. Cuenta con una punta sensora que se coloca en la zona deseada del cuerpo (axila, boca o recto) y muestra el resultado en una pantalla digital. La medición es rápida, precisa y suele ir acompañada de un aviso sonoro. 
  • Termómetro digital de oído: Este modelo mide la temperatura mediante una sonda con sensor infrarrojo que se introduce de forma superficial en el canal auditivo. Ofrece lecturas casi instantáneas y es muy utilizado en hospitales y centros médicos por su comodidad y rapidez. 
  • Termómetro infrarrojo frontal: Se emplea sin necesidad de contacto directo. Basta con situarlo a una distancia de entre 2 y 5 cm del centro de la frente, pulsar un botón y esperar el pitido que indica que la medición está lista. Es una opción muy higiénica y rápida, ideal para el uso en niños o personas dormidas. 
  • Termómetro tipo pistola: Variante del infrarrojo frontal, fue muy común durante la pandemia de la COVID-19. Su facilidad de uso, velocidad y precisión lo han convertido en uno de los más valorados. Muestra la temperatura en pantalla de forma clara e inmediata. 

Clasificación según la zona de medición 

Otra forma de diferenciar los termómetros corporales es según la parte del cuerpo donde se colocan: 

  • Termómetro axilar: Es la forma más habitual y recomendada para todas las edades. Puede utilizarse tanto con termómetros digitales de punta sensora como con modelos tradicionales de mercurio o alcohol. Su uso es sencillo y no invasivo, aunque puede requerir más tiempo para obtener una lectura precisa. 
  • Termómetro oral: Aunque menos frecuente que el axilar, también se utiliza con modelos digitales o de cristal. Es importante tener precaución en caso de emplear uno de mercurio, ya que este elemento es altamente tóxico si el termómetro se rompe. 
  • Termómetro rectal: Actualmente, su uso se limita principalmente a bebés y niños pequeños. Ofrece lecturas muy exactas, aunque puede resultar incómodo. Cabe recordar que la temperatura rectal suele ser entre 0,3 ºC y 0,6 ºC más alta que la oral, lo cual debe tenerse en cuenta al interpretarla.  
Un termómetro corporal sostenido por una mano indica 38º.

Una mujer le pone el termómetro digital de oido a su hija en la oreja.

Por qué comprar un termómetro corporal 

Contar con un termómetro corporal fiable en casa es una inversión sencilla, pero esencial para cuidar de tu bienestar y el de quienes te rodean. No se trata solo de reaccionar ante una posible fiebre, sino de tener una herramienta que te permita actuar con tranquilidad y criterio ante cualquier síntoma. Ya sea en un entorno familiar o profesional, elegir el modelo adecuado puede marcar la diferencia entre una simple sospecha y un diagnóstico temprano. En un mundo donde la salud es prioridad, tener el control empieza por algo tan básico como una buena medición.